El Japanese Film Festival presentó entre sus obras "Under The Open Sky", de Miwa Nishikawa, emotiva historia sobre el niño interior que sobrevive en la piel de un exconvicto y, también, en la de la propia directora, quien filmó la película con la intención de que el libro en la que está basada pudiera ser reeditado y conocido por el público. "La novela fue escrita hace más de 30 años. Cuando me enteré del fallecimiento del Ryuzo Saki tuve la oportunidad de conseguir este libro en una versión usada. Me pareció una novela excelente, única en su tipo", dijo desde su tierra natal Nishikawa, literata de formación. "En Japón -explicó- el libro ya se había agotado hacía tiempo y nadie lo recordaba. Si se adaptara esta obra a una película, las editoriales la publicarían nuevamente, y le darían la oportunidad a mucha gente de leerla. Esa fue la motivación inicial de filmar la película". A su vez, en el reportaje, Nishikawa, quien dice disfrutar del cine de la dupla Cohn-Duprat, dialogó sobre el momento que vive el cine de autor japonés, el cual, en su opinión, no tiene mucho futuro porque a los jóvenes les interesa el animé o las películas comerciales. "Siento que es muy baja la posición dentro de la sociedad del cine con actores reales en Japón. Pienso que se lo valora como un 'hobby' y no termina de convertirse en una herramienta económica, ni tampoco cultural". Una declaración que llama la atención en la tierra de grandes directores como Yazujiro Ozu, Takeshi Kitano o Ryusuke Hamaguchi, director de la nominada al Oscar "Drive My Car", quienes representa a una tradición a la que se pliega "Under...". La cinta de Nishikawa sigue los últimos años de Mikami, quien fue miembro de la mafia japonesa yakuza (aunque reniega serlo) que sale de la cárcel tras 13 años de encierro por un homicidio. Pronto se sabrá que este crimen comenzó como un hecho de legitima defensa para convertirse en un real asesinato, debido al violento impulso con el que lo llevó a cabo. "Cuando realicé la investigación, todos los exreclusos se mostraban calmos, pero muchos me contaban que en realidad tenían ese tipo de carácter, como si fueran un 'calentador de agua instantáneo'. Muchos de ellos lamentaban haber pasado su juventud sin los debidos cuidados, a causa del ambiente en el que habían crecido", señaló. La reinserción social de Mikami es un verdadero suplicio, aunque no exenta de amistades que le brindan una mano: desde un viejo conocido, al abogado de servicios sociales, pasando por un cajero de supermercado y un joven periodista que quiere escribir una historia sobre él. A pesar de ello, su pasado reflejado en sus antecedentes penales son un gran obstáculo casi imposible de sortear.
"Pensé que si se adaptarba el libro a una película, las editoriales lo publicarían nuevamente, y le darían la oportunidad a mucha gente de leerla. Esa fue la motivación inicial de filmar la película".
-La película no solo trata de la reinserción social, sino también sobre el niño que todo adulto tiene dentro. -Sí, pienso lo mismo. Las personas comúnmente a medida que se van esmerando por "convertirse en adultos" e integrarse en la sociedad, van sepultando dentro de sí mismos el orgullo propio, los deseos, dudas, o incluso el sentido de justicia que tenían cuando eran niños. Yo creo que Mikami es el personaje ofrecido en sacrificio para mostrarnos cuán duro sería si expusiéramos a nuestros niños interiores a la vida práctica de cada día. Se lo presenta como vergonzoso y ridículo. Cada vez que el personaje aniñado de Mikami experimenta una situación de dolor, lo que queda en evidencia es la inmadurez de la sociedad. Las personas que han asesinado a su "niño interior", experimentan sentimientos punitivos, enfado e ira hacia las personas que no lo han hecho. Deposité en el personaje de la productora de televisión los sentimientos de las personas que intentan sobrevivir dentro de los mecanismos de la sociedad y que dejan de lado lo razonable para priorizar las estrategias de supervivencia. -Hay una escena en la que unos enfermeros se burlan de un discapacitado y Mikami, a su pesar, dice estar de acuerdo con ellos. ¿Hasta qué punto es bueno seguir lo que la sociedad exige pero habiendo perdido nuestra propia individualidad? -Dependiendo de la situación, hay muchas oportunidades para perder la individualidad. Pienso que si aún en un hogar de ancianos podemos quedar derrotados por las relaciones humanas, mucho más asiduamente ha de suceder que terminemos alejándonos de nuestras creencias, a veces sin darnos cuenta, ante las emergencias, conflictos y los cambios que exige la sociedad. Las personas temen la soledad y los juicios basados en ese temor pueden provocar pérdidas irreversibles. Seguramente no exista ninguna persona que pueda afirmar que jamás ha ajustado o traicionado sus creencias. Yo pienso que los adultos son puestos a prueba en cómo recuperarse de los errores ocasionados por estas conductas. Creo que el cine, la literatura y la filosofía existen para sembrar la sabiduría para indicar que es extraño que todos piensen igual o para señalar que se debe dedicar tiempo a restaurar los vínculos y mejorar el ambiente.
"Siento que es muy baja la posición dentro de la sociedad del cine con actores reales en Japón".
-En cuanto al festival, ¿qué cree que el público argentino puede conocer de la cultura japonesa a través de las películas? -Creo que si hay obras que son un recorte de la realidad de la vida cotidiana en Japón, también las hay con contextos más fantásticos que sólo pueden ocurrir dentro de una película. A mí misma me gustan mucho las películas de Mariano Cohn y Gastón Duprat y no siento en absoluto ninguna distancia, por lo que me gustaría que, de la misma manera, cada uno encuentre películas que puedan sentir cercanas a sí mismo. -Con respecto al cine japonés, su colega Shion Sono dijo que siente que en Japón no consideran a las películas como un hecho artístico. Al mismo tiempo, usted es bastante escéptica respecto a los jóvenes y el cine en Japón. -El costo de realización de las obras que se presentan en todo el mundo es bajo, las condiciones de trabajo y rodaje son adversas, y los salarios son escasos. A su vez, a causa del coronavirus, los cines y establecimientos artísticos han recibido un golpe aún más fuerte y tampoco se brinda desde la educación la oportunidad para que los niños tomen contacto con las llamadas películas de género artístico. Me siento desesperanzada y me preocupa mucho la posibilidad de que no haya en el futuro quienes continúen filmando películas. Me inquieta la idea de que el barco termine hundiéndose si nuestra generación no piensa en medios para detener la desaparición de lugares y oportunidades en las que las personas tomen contacto con películas de diferentes géneros. Aunque ya no haya un lugar para mí dentro de un mercado cinematográfico japonés como este, aún sin estar en el foco de atención, pienso continuar trabajando en lo que esté a mi alcance. Porque yo sí cuido a mi niño interior.